El Sutil Poder de la Presión
- 26 ago
- 2 Min. de lectura
Por Alejandra González

Una de las cosas más fascinantes de los caballos es lo profundamente que responden a la presión.
Y no me refiero solo a la presión física de una cuerda, una pierna o una rienda.
Me refiero también a la presión que creamos simplemente al entrar en el potrero.
Por dónde miramos.
Por la energía que llevamos en nuestro cuerpo.
Los caballos siempre están leyendo esto. Ellos no separan “presión física” de “presión emocional”: para ellos, todo es información.
La historia de Nicole
Durante una clase de horsemanship, mi amiga Nicole dio el ejemplo perfecto.
Estaba en la fila del supermercado, y justo cuando le tocaba pagar, dejó que otra persona pasara antes que ella. ¿Por qué?
Porque después de pagar, los clientes estaban siendo abordados por un vendedor de paneles solares. Nicole ya podía sentir la presión en su mirada, en su postura, en sus ganas de vender.
Al dejar que la otra persona pagara primero, evitó hábilmente esa presión abrumadora.
Y la verdad es que eso es exactamente lo que hacen los caballos.
Cuando nuestra presencia se siente demasiado fuerte, demasiado directa o demasiado insistente, su respuesta natural es evitar el contacto. No porque sean “irrespetuosos” o “perezosos”, sino porque, igual que Nicole, están intentando proteger su propio espacio.
¿Huida, bloqueo… o curiosidad?
La presión no es mala en sí misma.
De hecho, es una de nuestras herramientas más importantes de comunicación.
Pero la calidad de esa presión marca toda la diferencia.
Demasiada presión crea huida.
Una presión inconsistente crea confusión.
Pero la cantidad justa de presión —clara, constante y amable— despierta curiosidad.
Ese es el espacio mágico donde sucede el aprendizaje y la conexión.
Cómo Crear Curiosidad en Lugar de Huida
Empieza con conciencia. Nota lo que tu cuerpo está proyectando antes incluso de tocar a tu caballo.
Suaviza tu enfoque. Tanto tus ojos como tu centro energético (tu plexo solar) pueden invitar o intimidar. Sé consciente de dónde y cómo los diriges.
Libera como recompensa. Cuando tu caballo lo intente, aunque sea un poco, suaviza tu presión de inmediato. Así aprende que la presión no es una amenaza, sino un lenguaje.
La comunicación con los caballos no se trata de fuerza.
Se trata de timing, de presencia, y del arte de saber cuándo entrar… y cuándo retirarse.
Porque en ese delicado equilibrio, la confianza comienza a crecer.
Y la confianza es lo que transforma la presión en curiosidad.
“La presión sin liberación crea huida.
La presión con suavidad crea curiosidad.”
Con amor y consciencia,
Ale
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